lunes, 7 de noviembre de 2016

# Paulov

Hoy Madrid huele a no me compares con nadie, a la insatisfacción en los espejos, la ausencia de pilares, a no tienes ni idea de cómo hubiera matado por tener tus manos aquellas noches donde sólo me arropaba el frío. Pero créeme, a Madrid le disparé en la nuca y lo dejé morir.

Madrid fue transición, una estafa, un duelo. 
Lo siento, de verdad, 
pero es que yo ya odiaba a Madrid desde antes.

El primer día que pisé Madrid lloré,
 el último no, y eso dice todo lo que tengo que decir.

Que me matan las ganas de comerme el mundo si empiezo por tu boca, no me jodas, insaciable, quererte es echar amor a un saco roto... No bautices esto aún como naufragio, todavía hay remolinos en ambos vientres, alimentándose de las dulces mieles del amor... ¿Cómo puede alguien enamorarse del veneno, del rechazo?

Ni París es tan bonito ni yo he amado después de ti. Vivo en pompas que explotaban cada vez que volvía a verte. Es siete de noviembre, siempre llego tarde, pero este es mi sueño, a prueba de balas, y esta tu vendetta...

¿Pero cuándo hemos acabado tú y yo?
Como si por decir adiós se estrangulara al corazón.

Da igual lo que escriba, lo que salga de mi cerebro exprimido, todo esto es un fracaso, no ves más allá de cíclope, no ves más allá de lo de fuera. Sé que me comprendes.
No puedo querer a nadie que no sea capaz de matar por ti, y eso me incluía a mi.
No puedo querer a nadie que no sea capaz de morir por mi, y por desgracia, eso no te incluye a ti.

Pero siempre es así, por la noche mientras llueve o por las mañanas cuando la gente
parece ser feliz de otra manera, nosotros siempre igual, tú tirando de un extremo de la cuerda y yo del otro, y cada uno tirando con toda su fuerza. Creo que después se rompe y no gana nadie, nunca gana nadie, siempre dos almas partidas, parecidas y esparcidas. Equidistantes. Nos poseemos pero nadie es dueño de nadie, sólo somos dos animales que se muerden y rasguñan, y después lloran mientras ven cómo el otro sangra...

Pero aquí seguimos, tú donde no quiero que estés, y yo donde no quiero estar.

Vete, ven, vuelve. 
Reléeme...
Elige tú al gato, ¿vivo o muerto?


Yo ahora soy como el perro de Paulov.