sábado, 27 de febrero de 2016

# Metástasis.

Una cárcel, una fosa común, un ascensor estropeado, una noria en mitad de un apagón, un herido de bala y ningún médico en la sala. Un huevo frito sin sal, tu yogurth favorito pero sin azúcar. Cuando sólo se escucha la música por un auricular, la herida en el talón que te hacen esos zapatos. El perro que no ladra, la mariposa que al tocarla te mancha los dedos con su polvo dorado y ya no puede volar. Un mago sin chistera, una chistera sin paloma, un pájaro sin alas. La playa sin palmeras, el arcoiris sin su cofre detrás, una nevera que no enfría, un verano lloviendo, tres otoños sin sobrevolar hojas secas. Un reloj que no hace tic-tac, una película en alemán y sin subtítulos. Un dragón que no sabe escupir fuego, un león que no puede rugir, una mano fría en la espalda a las tres de la mañana. Un circo sin payasos, un patio sin niños, una ciudad sin palomas, una tristeza sin lágrimas. Frío en El Cairo, un oso polar de color negro. Un billete de avión que no se va a utilizar, dos platos de comida china que ya no se piden, una pizza sin queso, una metástasis, unas 'buenas' noches si beso.

Una cama para dos donde sólo duerme uno.


# Los victoriosos.

No estoy bien del todo, pero disimulo como lo hacen los campeones. 
Como puedo.

He tenido conversaciones atroces conmigo misma, peleas a muerte con el pasado, y aunque he sobrevivido, el que ganó ha sido él porque de noche no se vuela, sólo se arrastra la locura.

El pasado y sus estragos... Peor que el fuego y el naufragio.

Yo me enamoro siempre de las espinas porque sé que los monstruos están hechos de flores, y no me importa sangrar como un cadáver degollado mientras espero una señal, una luz, un destello... Quizás porque me empeño en ver donde no hay, quizás porque siempre me traiciona el corazón...

Debería sonreír y ser una mujer con más libertad en el alma, una niña que sonríe porque ha crecido sin matar su infancia, un pájaro. Quizás nací para ser pájaro, por eso debería volar alto y no a ras de suelo, pero es que siempre he tenido la estúpida manía de arrancarme las alas para no perder de vista los ojos que no me miraban.

Una herida por dentro se cura con tiempo, ¿pero cómo me curo yo, si una vez me enamoré y se quedaron mi reloj?, ¿cómo me perdono por no terminar de perdonarme, si una vez me dijeron 'todo está bien', pero dejaron de hablarme? 

¿Qué hago?, ¿qué hago si el monstruo de debajo de la cama es mi voz y mi memoria?

Debería minimizar todos estos destellos de dolor, los días con poca música pero mucho frío, pero es que a veces para superar una herida, hay que aceptar la cicatriz, mirarla con mimo, besarla, entender que no existe porque ella eres tú misma, y yo aún sigo pensando mucho más de lo que digo, sintiendo mucho más de lo que hago, siendo mucho menos de quien soy. 

Porque no sé hacerlo, porque no puedo ir más rápido... Aunque quiera. Aunque lo necesite.

Y quizás aceptar que aún te queda camino por recorrer hacia delante hasta volver al principio, sea curarse. 

Un paso más. 
Un salto. 
Una elección correcta cuando encuentras una bifurcación en el camino y ambas te dan miedo. 
Crecer sin renunciarse. 
Florecer, de nuevo... Aunque sea en invierno.

No estoy bien del todo, disimulo como puedo, 
porque soy una campeona, 
y los campeones se levantan siempre del suelo...


domingo, 21 de febrero de 2016

# Los tres amores.

Dejad de darle tanta importancia al primer amor,
a ese que os propulsó al infinito y luego os tiró de los pies hacia abajo
para daros un porrazo,
los amores más importantes de tu vida son tres,
y ninguno de ellos es el primero.

El más importante eres tú,
porque si no te quieres,
no es que no puedas querer a nadie más,
eso es mentira,
la frase siempre ha estado mal escrita,
es que no vas a poder sentir que nadie más te quiera.

El segundo más importante es tu último amor,
¿a quién coño le importa el primero si ese no se queda?
Yo nunca he querido ser el primer amor de nadie,
yo quiero ser el último,
por eso nunca discutía en la fila del colegio por ir delante,
“los últimos serán los primeros”.

Y el tercer amor de tu vida es tu segundo amor,
quiero decir,
joder, dale las gracias,
una avalancha de aplausos,
porque es el que no has hecho comprender
que después de todo hay esperanza,
que el amor existe más allá,
y que lo que pensábamos que nunca volvería a pasar,

pasa.


domingo, 14 de febrero de 2016

# Catorce de febrero.

Que no puedo volver atrás pero que no importa porque a veces el tiempo no existe. Que todas las puertas se quedaron abiertas cuando las cerró. Que a veces, todavía, incluso me molesta la música, que es mi único Dios, si no escucho su voz. Que para mi corazón basta su pecho y para mi libertad sus alas. Que París no es tan bonita porque ya no me besa. Que si todos los caminos conducen a Roma recuerde que al revés es amor y yo le he querido y le quiero de todas las maneras posibles como un pájaro quiere al árbol y como un pez el rayo de sol que se cuela en el océano. 

Que nunca había sentido un impacto de luz más fuerte que el de aquél beso, y eran las dos de la mañana. Que lo siento. Que daría casi cualquier cosa por volver a empezar. Que no supe aprovechar los instantes como debía y que me faltaron noches por dormir a su lado. Playas y conciertos y aviones y trenes. Una casa y mil sueños y dos niños y una vida y media. Que si tuviera que elegir, haría lo de siempre, elegirle siempre a él. Que la distancia no se mide en kilómetros, sino en tiempo... Pero claro, no puedo tener prisa ni echar de menos porque el tiempo no existe. 

Que su voz es lo único en este mundo capaz de curarme el vacío. Que todo lo que le escriba se va a quedar corto porque nada le alcanza, ni se compara, ni se iguala. Al fin y al cabo, que le quiero. Y que no puedo hacer nada más. Que he corrido a contracorriente y he acelerado contra todo pronóstico y contra mi porque siempre he sido de las que necesitan estrellarse para rectificar. Que gracias. Que buenos días. Que buenas noches. 

Que olvidar es imposible si no se quiere olvidar. Que si el pasado no vuelve, ¿por qué le seguimos teniendo miedo? Que el sol no canta desde que no está... Que la luna ya no llora, ya no gime, ya no está...

Ya no hay nada, desde que no está.

Si pudiera abrirme en canal le diría, como mínimo, que lo más cerca que he estado de mi misma ha sido él, y que su piel de nieve hacía arden el rojo de mi sangre.
Le diría, como mínimo, que será inmortal y que es inolvidable.

Como mínimo, al fin y al cabo, que le quiero.